Lo que revela un choque entre un auto moderno y uno de los 70s
Un Kia Rio moderno choca contra un Chrysler New Yorker de 1973 en Michigan. Descubre por qué el clásico resistió y lo que revela sobre seguridad automotriz.

Seguridad vs resistencia: Lecciones de un choque entre autos de dos épocas. Crédito: Shutterstock
Un accidente en Michigan entre un Kia Río y un Chrysler New Yorker de 1973 ha captado la atención de entusiastas de los autos y expertos en seguridad vial. El resultado fue sorprendente: mientras el Kia quedó con el frente destrozado, el clásico Chrysler apenas perdió su placa trasera.
Este choque no solo es un espectáculo visual, sino también una lección sobre cómo han evolucionado los diseños automotrices en términos de seguridad y resistencia. ¿Son los autos antiguos más fuertes que los modernos? A continuación, exploramos qué revela este incidente sobre la ingeniería automotriz.
La colisión que sorprendió a todos
El accidente ocurrió en una carretera de Michigan, cuando un Kia Río impactó la parte trasera de un Chrysler New Yorker de 1973. Aunque la colisión no fue a alta velocidad, el daño fue desigual: el Kia sufrió graves daños en su frontal, mientras que el Chrysler, un ícono de la era de los muscle cars, salió prácticamente ileso.

Este contraste ha generado un debate sobre la durabilidad de los autos clásicos frente a los modernos y cómo los enfoques de diseño han cambiado con el tiempo.
Seguridad moderna, sacrificio estructural
El Kia Río, un compacto diseñado para la eficiencia y seguridad, representa la filosofía de los autos actuales. Los fabricantes modernos, como Kia, priorizan la protección de los ocupantes mediante zonas de deformación programada.
Estas áreas absorben la energía del impacto, reduciendo las fuerzas que se transmiten a los pasajeros. En este caso, el frente del Kia se “sacrificó” para cumplir con su propósito: proteger a quienes iban dentro, aunque esto signifique un daño visiblemente mayor.
Además, el uso de materiales como acero de alta resistencia, aluminio y plásticos permite que el Kia sea ligero y eficiente, pero menos rígido ante impactos contra estructuras más pesadas. Este diseño, aunque parece débil a simple vista, está alineado con las normativas de seguridad actuales, que exigen que los autos minimicen lesiones en colisiones.
Chrysler New Yorker 1973: un tanque sobre ruedas
Por otro lado, el Chrysler New Yorker de 1973 es un ejemplo de la ingeniería de los años 70, cuando los autos eran construidos como fortalezas. Con un peso superior a las 2 toneladas y una carrocería de acero macizo, este clásico fue diseñado para resistir impactos sin deformarse. Sus parachoques cromados y su estructura rígida lo hicieron prácticamente inmune al choque con el Kia.
Sin embargo, esta resistencia tiene un costo. Los autos de esa época carecían de tecnologías modernas como airbags, control de estabilidad o frenos ABS. En un accidente, la rigidez del Chrysler podría transferir más energía a los ocupantes, aumentando el riesgo de lesiones. Esto pone en perspectiva que la “fortaleza” de los autos clásicos no siempre se traduce en mayor seguridad.
¿Por qué el Chrysler resistió mejor?
La clave está en la masa y los materiales. El Chrysler, mucho más pesado y robusto, absorbió el impacto sin deformarse, mientras que el Kia, diseñado para ceder, tomó la peor parte. Las normativas modernas obligan a los autos a sacrificar su estructura para proteger vidas, mientras que en los 70s, la prioridad era la durabilidad externa.
Este choque ilustra cómo los enfoques de diseño han cambiado: los autos modernos priorizan la seguridad de los pasajeros, mientras que los clásicos se enfocaban en la resistencia estructural.
¿Son mejores los autos clásicos?
A primera vista, el Chrysler parece superior por su capacidad para resistir el impacto. Sin embargo, la realidad es más compleja. Un auto moderno como el Kia Río está diseñado para salvar vidas, incluso si eso significa sacrificarse.

Tecnologías como zonas de deformación, airbags y sistemas avanzados de asistencia al conductor hacen que los autos actuales sean más seguros en la mayoría de los escenarios. Por su parte, los clásicos, aunque impresionantes por su durabilidad, no ofrecen el mismo nivel de protección.
Este accidente entre un Kia Río y un Chrysler New Yorker es más que una curiosidad: es un recordatorio de cómo la ingeniería automotriz ha evolucionado. Los autos modernos sacrifican su estructura para proteger a los ocupantes, mientras que los clásicos eran verdaderos tanques, diseñados para durar.
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