Guía para conducir según sea el clima en USA
En la conducción, el clima puede ser un factor determinante para la seguridad. Por esa razón, te ofrecemos algunas recomendaciones.

Conducir bajo la lluvia es una de las situaciones más peligrosas. Incluso si la lluvia es leve, si no eres cuidadoso, puedes perder el control del auto. Crédito: Aleksei Ignatov | Shutterstock
Las condiciones climáticas influyen directamente en cómo se debe conducir. Estados Unidos, con su gran diversidad geográfica, presenta escenarios que van desde tormentas tropicales hasta tormentas de nieve. Esto obliga a los conductores a estar preparados y adaptar su estilo de manejo según el ambiente. En esta guía te explicamos cómo actuar al volante frente a diferentes tipos de clima, para que viajes con mayor seguridad sin importar la región o estación del año.

Conducción bajo lluvia
Las lluvias son comunes en muchas regiones del país, especialmente en el sureste y en la costa del Pacífico durante ciertos meses del año. Aunque parezca un fenómeno menor, conducir con lluvia aumenta el riesgo de accidentes debido a la disminución del agarre de las llantas y la visibilidad limitada.
Es importante entender que la carretera mojada puede parecer segura, pero basta con una pequeña capa de agua para que el auto pierda tracción. Además, los sistemas de frenado requieren más distancia para detenerse, por lo que la anticipación es clave.
Manejo en nieve y hielo
Los estados del norte y las zonas montañosas del país sufren fuertes nevadas en invierno. El hielo negro, invisible a simple vista, representa uno de los mayores peligros para los conductores, incluso en carreteras que parecen despejadas.
Por eso, la preparación es esencial: desde revisar el sistema de calefacción del vehículo hasta llevar herramientas de emergencia y cadenas para las llantas si se prevén condiciones severas. Conducir en la nieve no es solo cuestión de experiencia, sino de precaución, equipamiento adecuado y conciencia del entorno.
Conducción con niebla
La niebla densa, frecuente en zonas costeras, rurales o de montaña, puede reducir drásticamente la visibilidad a solo unos metros. Esto convierte cada maniobra en un riesgo si no se toman las precauciones necesarias.
Muchos accidentes por alcance ocurren en estas condiciones, ya que los conductores no ven al vehículo de adelante hasta que es demasiado tarde. Además, el uso incorrecto de las luces —como encender las altas— puede empeorar la visibilidad en lugar de mejorarla.
Manejo en calor extremo
En estados como Arizona, Texas o Nevada, las temperaturas en verano pueden superar los 100°F (38°C). Esto no solo afecta al conductor, que puede deshidratarse más rápido, sino también al vehículo, cuyos sistemas pueden fallar por el exceso de calor.
El motor, los frenos y las llantas sufren más desgaste en estas condiciones. Por ello, es fundamental revisar los niveles de líquidos, llevar refrigerante de repuesto y, si se viaja por zonas desérticas, planificar paradas para evitar sobrecalentamiento.
Conducción en tormentas eléctricas y viento fuerte
Cuando el clima se vuelve extremo —huracanes, tormentas eléctricas o vientos intensos— lo más sensato es evitar salir a conducir. Sin embargo, si ya estás en la vía, es crucial saber cómo actuar para no ponerte en peligro.
Estas condiciones suelen presentarse repentinamente, por lo que mantenerse informado del pronóstico y alertas meteorológicas es vital. En carreteras abiertas o puentes elevados, las ráfagas pueden desestabilizar vehículos, especialmente los de carga o SUV.

Ajustes para cada temporada
Cada estación del año impone desafíos distintos al conductor. En primavera, las lluvias intensas y animales cruzando caminos rurales son comunes. En verano, además del calor, el tráfico vacacional exige más paciencia. El otoño, con sus hojas secas acumuladas en el asfalto, puede hacer que el vehículo derrape como si estuviera sobre hielo. Y en invierno, la nieve, el hielo y las tormentas pueden paralizar rutas enteras.
Por ello, cada temporada requiere ajustes en la forma de conducir, el mantenimiento del vehículo y la planificación del viaje. No basta con saber manejar: hay que saber adaptarse.
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