Cómo identificar cuándo empieza a averiarse la unidad de control del motor
Problemas en el arranque o pagado de un motor y detonaciones al interior de éste, advierten la necesidad de acudir con un experto
A la unidad o módulo de control de motor con que operan los automóviles desde la década de los 70s también se le conoce como centralita. A nivel global y en términos de ingeniería automotriz a este dispositivo se le ubica bajo las siglas ECM (Engine Control Module).
Entre las principales funciones que realiza figuran controlar el nivel de emisión de gases contaminantes, así como las revoluciones del motor. No obstante, su tarea más importante es facilitar la detección de fallas o averías.
De ahí que muchos expertos de la industria la consideran como el cerebro de los vehículos, pues es capaz de supervisar que estos funcionen adecuadamente.
Por ello, suele ser una de las piezas más caras de reparar, pero sobre todo de reemplazar.
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Sensores e información: la información que guarda la ECU
Las unidades de control de motor actuales permiten interpretar señales que emiten hasta cerca de 200 sensores instalados en los automóviles último modelo.
Dichos dispositivos generan datos que van desde la temperatura del combustible, del refrigerante y del aire, el régimen de revoluciones, la presión del turbo y la atmosférica e incluso hasta la manera en cómo trabaja el aire acondicionado.
Así que, si al descifrar estos datos, la unidad de control de motor detecta descompensaciones, lo primero que hace es gestionar una señal de alerta, la cual enciende alguno de los múltiples iconos ubicados en el tablero del conductor.
Acto seguido, la unidad de control trata de compensar la falla temporalmente ajustando los valores que le permitan al vehículo seguir en marcha para luego reparar la avería reportada.
De esta manera, se ocupará, entre otras cosas, de regular la inyección de gasolina o diésel, del tiempo de ignición de ésta; y de la apertura, así como del cierre de las válvulas de admisión de aire o de escape de gases producidos durante la combustión de hidrocarburos.
Ahora bien, al igual que el resto de las piezas electrónicas instaladas en un vehículo, la unidad de control del motor puede estropearse, y cuando eso sucede deja comunicar la información de los sensores, lo que se traduce en una paulatina descompensación de la unidad móvil.
Advertencia sobre fallas en la centralita
Bajo esta perspectiva, existen diversos síntomas que hacen posible identificar un posible fallo en la centralita ocasionado por sobrecargas de tensión, filtración de agua en su sistema, sobrecalentamiento y por deterioro ante el paso de los años.
En este sentido, si se detecta que el motor no arranca, tiene dificultades para hacerlo o se apaga luego de ponerlo en marcha, este podría ser un indicador de que la unidad de control se ha dañado.
Otro síntoma es la inestabilidad en las revoluciones a las cuales se desarrolla un motor, pues incluso la aceleración pudiera resultar insuficiente para lograr obtener una mayor velocidad.
Con relación al consumo de combustible, otra advertencia de un mal funcionamiento es que comenzará a ser excesivo e incluso hasta podrían llegar a escucharse detonaciones o explosiones en el motor.
Y el síntoma más revelador de una severa falla en la unidad de control es que finalizar un trayecto resultará muy complicado apagar el motor.
Cuando una de estas anomalías llegue a presentarse la única alternativa de solución es acudir con un experto y seré él quien determine si se puede reparar, clonar o sustituir al cerebro del automóvil.
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