Las 5 reglas inflexibles que Ferrari exige a sus compradores
Las estrictas reglas de Ferrari van más allá del dinero. Descubre las cinco normas esenciales que todo dueño debe cumplir para poseer un Cavallino Rampante.
Ferrari es sinónimo de lujo, velocidad y exclusividad. La marca del Cavallino Rampante no solo vende autos; ofrece un estilo de vida. Sin embargo, tener un Ferrari no es simplemente una cuestión de dinero. La compañía italiana impone a sus clientes una serie de reglas estrictas que van mucho más allá del desembolso de los $215.000 (o más) necesarios para adquirir uno de sus modelos.
Estas normas, que algunos podrían considerar casi religiosas, son parte del compromiso que los afortunados compradores deben asumir al formar parte de este selecto club. ¿Estás listo para descubrirlas?
1. El color Rosso Ferrari es inviolable
El famoso “Rosso Ferrari” no es solo un color; es un emblema. Aunque Ferrari ha producido modelos en una variedad de tonos, el rojo sigue siendo el rey indiscutible. Este color icónico ha sido parte del ADN de Ferrari desde su fundación, y cambiarlo no es una opción para los clientes.
De hecho, cada Ferrari tiene su tono aprobado y predeterminado por la marca, lo que significa que si bien puedes soñar con personalizar tu coche, ese sueño no incluye alterar el color sagrado de la casa italiana. Este principio refuerza la identidad única de cada vehículo y asegura que el legado de la marca siga intacto.
2. Debes mantener tu Ferrari al menos por 12 meses
Comprar un Ferrari no es una inversión rápida para obtener beneficios. Es una relación a largo plazo con la marca. Una de las reglas más estrictas que Ferrari impone es que los propietarios deben conservar su coche durante al menos un año. Esto se debe a que la marca busca evitar que sus autos se conviertan en meros objetos de especulación financiera.
Además, quienes infrinjan esta norma podrían enfrentarse a consecuencias legales, incluyendo la prohibición permanente de adquirir otro modelo de Ferrari. Este requisito subraya la idea de que un Ferrari no es solo un coche, sino una pieza de arte automotriz que merece ser apreciada durante más tiempo.
3. Ferrari, primero que nada
Para Ferrari, la lealtad es clave. Si un propietario decide que es hora de actualizar o cambiar su modelo, no puede simplemente venderlo al mejor postor. La marca exige que el primer ofrecimiento sea a un concesionario oficial de Ferrari.
Este paso es crucial para mantener el control sobre la propiedad de los vehículos y garantizar que cada Ferrari se mantenga en manos de personas que comprendan y respeten su valor. Es otra manera en que Ferrari protege su herencia y asegura que sus autos sigan siendo tratados con la reverencia que merecen.
4. No puede ser usado como objeto de presunción o vulgaridad
Un Ferrari es mucho más que un símbolo de estatus; es una muestra de excelencia en la ingeniería y el diseño automotriz. Como tal, la marca espera que sus propietarios lo traten con la dignidad y respeto que merece. Esto significa que un Ferrari no debe ser utilizado como una herramienta para presumir o para caer en la vulgaridad.
Los compradores deben ser conscientes de que, al manejar un Ferrari, están representando a la marca y cualquier comportamiento inapropiado podría ser considerado una falta de respeto hacia el legado de Enzo Ferrari.
5. El emblema del Cavallino Rampante es sagrado
El logotipo del Cavallino Rampante es uno de los símbolos más reconocidos y venerados en el mundo del automovilismo. Por lo tanto, nunca debe ser alterado o reemplazado en la carrocería del coche. Mantener el emblema en perfecto estado es fundamental, independientemente del modelo del Ferrari que poseas.
Este principio final refuerza la idea de que cada Ferrari es una pieza única y valiosa, un coche que no cualquiera puede tener y que, más allá del dinero, requiere un respeto profundo por la historia y la tradición que representa.
Adquirir un Ferrari es un privilegio reservado solo para aquellos que no solo pueden permitírselo, sino que también están dispuestos a cumplir con las estrictas reglas que la marca impone. Estas normas aseguran que cada Ferrari en la carretera no solo sea un coche, sino una pieza de la historia y cultura automotriz que continúa siendo admirada por generaciones.
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