De trabajar con la NASA a la bancarrota: el declive de Canoo

Canoo soñó con aportar a redefinir el transporte del futuro. Aunque ese sueño se desmoronó demasiado pronto, su impacto en la industria no será olvidado.

De trabajar con la NASA a la bancarrota: el declive de Canoo

Vehículo de Canoo. Crédito: Canoo | Cortesía

En 2017, una nueva estrella emergía en el competitivo cielo de los vehículos eléctricos: Canoo. Fundada por Stefan Krause y Ulrich Kranz, ambos veteranos de la industria automotriz con experiencia en gigantes como BMW, la empresa prometía revolucionar la movilidad urbana con diseños futuristas, tecnología de punta y una visión clara: simplificar los vehículos eléctricos para hacerlos más accesibles y sostenibles.

Canoo: una propuesta única

De trabajar con la NASA a la bancarrota: el declive de Canoo
Canoo LDV Delivery.
Crédito: Canoo | Cortesía

Canoo no era una startup cualquiera. Desde su inicio, sus propuestas llamaron la atención por su diseño modular, una arquitectura única que permitía adaptar los vehículos a diferentes usos, desde transporte familiar hasta logística comercial. Su enfoque innovador rápidamente atrajo inversiones y alianzas estratégicas, posicionándola como una de las promesas más brillantes del sector.

Uno de los momentos más destacados en la historia de Canoo fue su colaboración con la NASA. En 2022, la empresa ganó un contrato para proveer vehículos eléctricos que transportarían a los astronautas del programa Artemis hacia la plataforma de lanzamiento.

Este acuerdo no solo fue un logro técnico, sino también un símbolo de confianza por parte de una de las instituciones más prestigiosas del mundo. La imagen de vehículos eléctricos diseñados para acompañar a los astronautas hacia su misión lunar era una declaración de que Canoo estaba en otro nivel.

Grandes clientes, pocas ganancias

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Colaboración de Canoo con la NASA.
Crédito: Canoo | Cortesía

Además, la empresa firmó un acuerdo con Walmart para entregar 4,500 vans eléctricas, diseñadas para optimizar el transporte de mercancías en un mundo cada vez más inclinado hacia el comercio electrónico. Este contrato parecía asegurar el futuro de Canoo, marcando su entrada en el mercado de flotillas comerciales, un segmento con un enorme potencial de crecimiento.

Pero bajo la superficie de estas noticias alentadoras, se gestaba una tormenta. A pesar de sus ambiciosos planes y su creciente notoriedad, Canoo enfrentaba un problema fundamental: su situación financiera era precaria. La empresa quemaba dinero a un ritmo alarmante, con costos operativos y de desarrollo que superaban con creces sus ingresos.

El inevitable fin

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Planta ensamblaje Canoo en Oklahoma.
Crédito: Canoo | Cortesía

El 2024 fue el año en que las alarmas se encendieron. En diciembre, Canoo anunció que suspendería sus operaciones en Oklahoma, además de otorgar licencias no remuneradas a sus empleados. Estas decisiones, aunque descritas como temporales, dejaron entrever la gravedad de la crisis. Para muchos, era un claro aviso de que el sueño de Canoo estaba al borde del colapso.

El 17 de enero de 2025, la noticia se confirmó: Canoo se declaró en bancarrota bajo el Capítulo 7. Esto significaba no solo la reestructuración de su deuda, sino el cese completo de sus operaciones y la liquidación de todos sus activos. Según los documentos presentados, la empresa tenía activos valorados en 126 millones de dólares, mientras que sus deudas superaban los 164 millones.

Impacto en el mercado

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Canoo Lifestyle Vehicle.
Crédito: Canoo | Creative Commons

El CEO de Canoo, Tony Aquila, expresó su tristeza ante la situación: “Estamos profundamente decepcionados de no haber podido llevar nuestra visión hasta el final. Quiero agradecer a todos los empleados que trabajaron incansablemente para construir algo realmente especial. Sabemos que creyeron en esta empresa tanto como nosotros”.

El caso de Canoo es un recordatorio doloroso de los desafíos inherentes al sector de los vehículos eléctricos. En una industria marcada por la feroz competencia, la constante necesidad de financiamiento y los altos costos iniciales, incluso las ideas más innovadoras pueden fracasar si no están respaldadas por una sólida estrategia financiera.

Un llamado de atención a los “grandes”

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Canoo LDV Delivery.
Crédito: Canoo | Cortesía

El declive de Canoo también pone de manifiesto las dificultades que enfrentan las startups en un mercado dominado por gigantes como Tesla y Ford, quienes tienen la ventaja de una infraestructura sólida y un flujo de ingresos constante. Mientras estos grandes jugadores consolidan su posición, los nuevos competidores deben luchar por destacar con sus productos, a la vez que aseguran los recursos necesarios para sobrevivir en un entorno implacable.

A pesar de su final, el legado de Canoo deja valiosas lecciones para el futuro de la industria. Su enfoque en el diseño modular y su audaz visión de la movilidad eléctrica seguirán inspirando a otras startups. Pero, sobre todo, su historia recuerda que, en el mundo de los negocios, la innovación debe ir de la mano con la sostenibilidad financiera.

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